Volver a Artículos
Volver a Artículos

Siete mujeres poderosas de la Biblia que ayudaron a rescatar al pueblo de Dios

Descubre a las mujeres sabias de Éxodo 1-2 y su valentía sin igual

La historia del éxodo es una de las narraciones más poderosas de la Biblia, pero pocos se dan cuenta de que comienza con siete mujeres valientes cuya sabiduría, resiliencia y fe desafían de forma directa la tiranía del faraón y allanan el camino para la liberación de Israel. Al igual que muchas otras mujeres de la Biblia, estas líderes de fe desafían la opresión, encarnan el propósito de Dios y desempeñan un papel esencial en la historia de Israel. Las siete mujeres de Éxodo 1-2 son:

  • Sifra y Puá, dos parteras hebreas que desafían al faraón y salvan vidas.
  • La madre y la hermana de Moisés, que crean un arca en miniatura y rescatan a Moisés.
  • La hija del faraón y su sierva, que resisten el control del faraón, salvan a un niño hebreo, bendicen a una mujer hebrea esclavizada y crían a Moisés como si fuera suyo.
  • Séfora, la esposa de Moisés, que protege la vida de su marido en más de una ocasión.


Estas siete mujeres fomentan la vida y preparan el camino para el éxodo de Israel de Egipto. Y al hacerlo, interrumpen los abusos de poder del faraón que tienen como objetivo destruir la creación y procurar la muerte.

Dos parteras hebreas dan vida

Durante la creación, Dios le dice a la humanidad: “Sean fructíferos y multiplíquense, y llenen la tierra” (Génesis 1:28, traducción de Proyecto Biblia). Y Éxodo 1:7 (traducción de Proyecto Biblia) declara que los israelitas “fueron fructíferos [...] y se multiplicaron [...] de modo que la tierra se llenó de ellos”. El crecimiento de Israel en Egipto es algo bueno, pero el faraón lo considera malo.

A medida que el pueblo de Israel sigue multiplicándose en Egipto, el faraón se siente amenazado por su creciente poder numérico. Como es de los que pisotean a cualquiera que suponga un desafío para su poder, ordena a dos parteras hebreas, Sifra y Puá, que ejecuten una estrategia de control de la población. “Si es un hijo –dice– lo matarán; pero si es una hija, vivirá” (Éxodo 1:16, traducción de Proyecto Biblia).

Este decreto no es un acto de bondad hacia las niñas. La historia ya ha descrito al faraón como un tirano despiadado dispuesto a esclavizar y maltratar a los israelitas (Éxodo 1:8-14). Entonces, ¿por qué ignora a las hijas hebreas? Las deja vivir porque cree que no tienen ningún tipo de poder.

La ironía es evidente aquí, porque las palabras del faraón en realidad asocian a las hijas con la vida: “Si es una niña, vivirá (en hebreo jayah)” (Éxodo 1:16). La historia proseguirá y al final el poder de vida de Dios derrotará el arma de muerte del faraón.

Las parteras hebreas Sifra y Puá surgen como las primeras defensoras de la justicia, desafiando valientemente la opresión al rechazar el brutal edicto del faraón de matar a los bebés varones hebreos. Ellas “temían a Dios”; por lo tanto, “dejaron vivir a los niños (jayah)” (Éxodo 1:17).

El faraón se opone a Dios al esclavizar brutalmente a los israelitas y asesinar a sus bebés varones. Su intención es destruir la vida que Dios ha dado, pero las mujeres de esta historia se esfuerzan por preservar y cuidar la vida. Se alían con Dios (Génesis 1:28; Éxodo 1:7) y, por lo tanto, ejercen un poder inmenso, que el faraón no ve.

Cuando el faraón se da cuenta de que siguen naciendo varones hebreos, confronta a las parteras. Y ellas astutamente le explican que las mujeres hebreas son especialmente “vivaces” (jayeh), y siempre dan a luz a sus bebés antes de que las parteras lleguen para ayudarlas (1:19). El faraón se siente desconcertado, ya que tiene poco control sobre lo que ocurre en los partos. Y en esta historia ensombrecida por la muerte, estas mujeres procuran el propósito de Dios de dar vida.

Aun así, la renuencia de las parteras a matar a los niños hebreos obliga al faraón a intentar otra táctica. Esta vez recurre a la ayuda del pueblo de Egipto: “Todo hijo que nazca será arrojado al Nilo, pero dejarán vivir a todas las hijas (jayah)” (Éxodo 1:22, traducción de Proyecto Biblia).

A pesar de haber sido superado en ingenio por las dos parteras, la ciega arrogancia del faraón le impide ver a las mujeres como poderosas.

Dos hijas y una hermana protegen la vida

A continuación, dos hijas —la madre de Moisés, una “hija de Leví” (Éxodo 2:1), y la princesa egipcia, la propia hija del faraón (Éxodo 2:5)— se resisten a su cruel orden.

Cuando nace Moisés, su madre mira a su hijo y ve que es “bueno” (tov, Éxodo 2:2). Esta historia hace eco a Génesis 1, en la que Dios mira a toda su creación y repite siete veces que es “buena” (tov). En contraste con el faraón, que está decidido a destruir la vida, la madre de Moisés reconoce y protege el buen regalo de la vida.

Así que, para protegerlo de la sentencia de muerte del faraón, la madre de Moisés esconde a su hijo durante tres meses. Y cuando ya no puede ocultarlo más, crea una embarcación impermeable, o tevah en hebreo, y coloca a Moisés dentro de ella para que flote por el Nilo (Éxodo 2:3). La palabra hebrea tevah aparece solo una vez más en otra historia bíblica: Noé construye una tevah (que suele traducirse como “arca”) para salvar a su familia del diluvio (Génesis 6-7). La madre de Moisés, al igual que Noé, se alía con Dios para construir un arca y salvarlo de una muerte bajo el agua.

Mientras la hija del faraón se estaba bañando en el río Nilo, ve la tevah de Moisés, que estaba flotando entre los juncos. Envía a su sierva a recogerla y, al abrirla, descubre que en su interior hay un bebé llorando. En contraste con la dureza de corazón de su padre, ella siente compasión por el vulnerable niño y decide mostrar misericordia en lugar de lealtad a la tiranía de su padre. Rescata al niño que su padre ha condenado a muerte sacándolo del Nilo, el mismo lugar donde su padre ordenó que lo arrojaran.

El nombre “Moisés” significa “sacado” o “extraído” (Éxodo 2:10). Él no se saca a sí mismo de las aguas mortíferas, y tampoco podría haberlo hecho. Es sacado y rescatado por mujeres que muestran compasión y preservan la vida.

Ahora bien, la hermana de Moisés, Miriam, ha estado cuidando a su hermanito desde lejos y, con valentía, se dirige a la princesa egipcia y le ofrece buscar una nodriza hebrea para el niño. La hija del faraón acepta, por lo que Miriam elige estratégicamente nada más ni nada menos que a la madre de Moisés. La hija del faraón termina devolviendo a Moisés a su madre y le promete pagarle un salario si acepta amamantar al niño.

Cuando Moisés ya no necesita una nodriza, su madre lo devuelve a la familia real, y la hija del faraón cría a Moisés como si fuera su propio hijo. Una vez más, dos mujeres colaboran para dar vida.

Cegado por la arrogancia (y quizás por la tradición), el faraón no ve la sabiduría y el poder desplegados por las seis mujeres que hemos visto hasta ahora: Sifra, Puá, la madre de Moisés, la hermana de Moisés, la hija del faraón y su sierva. La familia de Moisés (y, en última instancia, todo Israel) es restaurada gracias a las acciones de estas mujeres.

Y luego, al final de Éxodo 2, otra mujer más da un paso al frente para proteger la vida. Ella es la séptima.

Una esposa salva la vida de su esposo

La séptima mujer es Séfora, hija de un madianita llamado Reuel (por lo tanto, de un no israelita). Cuando Moisés crece, asesina violentamente a un capataz de esclavos egipcio que maltrata violentamente a un esclavo hebreo. Para escapar del castigo del faraón, Moisés huye a Madián (Éxodo 2:11-15). Siendo un extraño y estando solo en Madián, Moisés es vulnerable, pero se casa con Séfora y encuentra protección y una nueva identidad en la familia de su esposa (2:16-22).

Al rescatar a Moisés, Séfora se convierte en la séptima mujer de esta secuencia de mujeres libertadoras de Éxodo 1-2. Podemos aprender un poco más sobre ella en Éxodo 4:24-26.

Éxodo 4:24-26, NBLA
“Y aconteció que en una posada en el camino, el Señor le salió al encuentro a Moisés y quiso matarlo.
Pero Séfora tomó un pedernal, cortó el prepucio de su hijo y lo echó a los pies de Moisés, y le dijo: ‘Ciertamente tú eres para mí un esposo de sangre’. Entonces Dios lo dejó. Pues ella había dicho: ‘Eres esposo de sangre’, a causa de la circuncisión”.

Esta extraña historia describe cómo Dios amenaza la vida de Moisés. Podría ser una consecuencia de haber asesinado al egipcio o de no haber cumplido las instrucciones de Dios sobre la circuncisión. En cualquier caso, Séfora es la persona sabia de la historia, la que sabe qué hacer y salva la vida de Moisés. Sin su intervención, Moisés habría muerto.

El éxodo comienza con mujeres que se alían con Dios

La estudiosa del Antiguo Testamento Phyllis Trible dice lo siguiente sobre las mujeres de Éxodo 1-2:

“Dos parteras, una madre hebrea, una hermana, la hija del faraón y sus siervas colman estos pasajes. Las parteras, llamadas Sifra y Puá, desafían al poderoso faraón, de quien ni siquiera se nos da el nombre. La madre y la hermana trabajan juntas para salvar a su hijo y hermano. La hija del faraón se identifica con ellas en lugar de con su padre. Este retrato rompe la lealtad filial, traspasa las barreras de clase y trasciende las diferencias raciales y políticas. Un collage de mujeres se une para la salvación; con ellas se origina el éxodo”.(1)

Las siete mujeres de Éxodo 1-2 no son meras figuras menores en segundo plano; son las artífices de la redención, las que plantan las semillas que dan lugar a la liberación de Israel.

La historia del éxodo de Israel de Egipto a menudo nos trae a la mente imágenes de Moisés de pie con su vara levantada sobre el Mar Rojo, o una plaga de ranas saltando por las casas egipcias. Pero el éxodo comienza con las mujeres que se alían con Dios para llevar a cabo el rescate de Israel; esta historia no podría ocurrir sin ellas.

Y su importante papel se ve aún más enfatizado por el rechazo del faraón a las hijas mujeres como una amenaza a su control. Él permite que las hijas hebreas vivan porque no le preocupa que puedan doblegarlo. Pero estas mujeres están empoderadas por Dios y demuestran que él está equivocado.

El faraón representa las consecuencias del rechazo a Dios por parte de la humanidad: el uso injusto del poder y la opresión de los vulnerables. El faraón tiene toda la autoridad de un dictador humano y la ejerce para matar.

Pero las mujeres de esta historia se oponen valientemente a las prácticas mortíferas del faraón y se alían con Dios para defender la vida, tratando a todos los seres humanos con dignidad.


(1) Phyllis Trible, "Five Loaves and Two Fishes," Theological Studies [“Cinco panes y dos pescados”, Estudios teológicos], 50 (1989): 290.

Elige un idioma de preferencia.